Divagaciones
librescas
La literatura me eligió.
La literatura me marco la vida.
La literatura me reclutó.
La democrática república de los lectores
salvó mi vida.
Parece el comienzo de alguna curiosa
novela pero no es más que un resumen de la influencia que tuvo la literatura en
mí.
Hay personas que nacen dentro de una
familia lectora y leen desde chicos hasta mayores y otros abandonan en el
camino. Si les preguntas a ellos te dirán que “les gusta leer” pero que no les apasiona.
Yo no formo parte de ese grupo.
El grupo del que formo parte es un grupo
que lee/leía para el colegio pero que no leía fuera de este. A nosotros no nos
molestaba leer pero tampoco nos gustaba. Hasta un día la literatura te elige o
te recluta y te golpea muy fuerte en la cara y el corazón para enseñarte todo
lo que ignorabas, todo lo que no sabias y ahora sí.
Cuando la literatura te recluta, empiezas
a formar parte de la democrática república de los lectores.
El primer grupo que describí son elegidos
de la literatura pero no todos los elegidos son reclutados. A diferencia que el
segundo grupo que pasamos, normalmente, por ambas fases.
Para que mi teoría/explicación/testimonio
tenga más sentido pasaré a contarles la historia de cómo la literatura salvó mi
vida incluso antes de que estuviera en peligro.
Fue en primer grado donde ya aprendí
todas las letras y a leer mejor. Y para ello leímos “La casa de los sueños” de Gabriel Sáez. Dudo que tenga más de 20
oraciones simples. Pero igual, yo lo disfrutaba (y lo disfruto mucho).
Cuando las clases se acercaban a su fin, Tía
Patricia (así llamábamos a las señoritas en mi colegio) nos dijo que formáramos
una fila en orden.
Recuerdo que ella se encontraba sentada
en su escritorio con una gran caja de cartón en su regazo. No sabía que había dentro
de esa caja y tampoco tenía idea de lo que le decía a cada uno de nosotros
cuando llegábamos a ella. Hubo un momento en que descubrí que lo que decía no
era más que una pregunta que marcaría mi vida. ¿Te gusta leer? Todos mis compañeros que se encontraban frente a mí
habían respondido que no a esta pregunta y les había entregado ese libro con
que aprendimos, de una vez por todas, a leer.
Recuerdo que sentía una inmensa
curiosidad. Curiosidad que todavía siento en las venas cada vez que recuerdo ese
momento. Llegó mi turno y la tan ansiada pregunta. ¿Te gusta leer? Los ojos de mi tía brillaban, solo como aquellos
ojos de quien aman su profesión. Tarde unos segundos en responder, no estando
segura de la repuesta pero sabía que si me negaba a esa curiosidad que surgió del
fondo de mi, me arrepentiría mucho más de lo que podría creer.
Y así, respondí que sí.
Recibí “Cuentos en tren” de Laura
Devetach. Además de mi ejemplar de la casa de los sueños.
Hasta quinto grado leería solamente lo
que me mandaba el colegio. Luego, en las vacaciones de invierno vi la
publicidad de un libro Fireligth de Sophie Jordan. No sabía porque, no sabía
de que trataba o si era una saga o uno solo. Solo sabía que lo necesitaba.
Necesitaba leerlo. Ahora lo sé.
Fue ese día en el que me volví lectora.
Fue ese día el que fui reclutada por la Literatura.
Ese día entré por primera vez a la
democrática república de los lectores. Para encontrar la razón de mi vida y no volví a salir.
Divagen librescamente, buenas lecturas y hasta la próxima, Drusilla ;D